Las bestias
¿De qué hablan las bestias?
Atrapados en sus miedos a puerta cerrada
cuando agita el viento como el aletear del pájaro
al que temen de su pico trinando
la efímera canción dilapidada en su oídos.
¿De qué hablan las bestias?
Cuando sus almas son pasas de higo
cerradas a lo mundano cuando graznan
-su piel no conoce transparencias, ni delirios.
¿A qué le temen las bestias?
Despojados de su pirámide de Maslow
-perennes asideros de sus brillos vanos-
cubren de opio sus mentes foráneas
por el arrebato carnal, suciedad de su instinto.
Se alzan los mares, las bestias no flotan,
hunden su martirio, explotan sus pulmones;
quieren comprar branquias pero no les alcanza,
hipotecan su alma, desvisten a sus hembras;
braman las bestias en su cerebro frágil
romanzas a lo inoportuno de morir en vida.
¿A qué le lloran las bestias?
¿A los huesos polvorientos en la tierra, o a las
cenizas?
¿Al olor de la carne cercenada en brazas de guerra,
o a la miseria del despojo capitalista en sus
cifras,
al caer del cielo en sus cabezas hipócritas,
célibes
de arrebatos mentales falo-céntricos?
¿Qué aman las bestias?
Si es celo mortuorio en cámaras arrinconadas
el atrevimiento voraz de llamar “amor”
a lo que crece en el músculo atrofiado latente
sobre el pecho golpeado en vicios de sal.
¿Qué fingen las bestias?
con la sonrisa desnuda, embustera, blanquísima,
trazada por ángeles caídos,
ocultando lo que no se puede decir a otras bestias;
se arropa la mentira con la cobija de la decencia,
y las bestias queman por dentro,
las llamas salen por sus ojos, sus dientes
retuercen,
su voluntad viste de negro, su cuello carga el
crespón,
lo callado se va a la tumba…
Las bestias odian, aman, desprecian
desde los recovecos de sus intestinos horadados
de filosos diamantes emanados de los forajidos
de vidas ajenas a la pena y pesadumbre de sus ojos,
sirven de venda y lente;
cristales adversos, inútiles al mundo más homogéneo
en el lodo, en el barranco, en cuello degollado.
Se mueren
las bestias sudorosas, enlatadas, mal cogidas
en ataúdes abyectos, como cuerpos hostiles,
mezquinos
y con hiel en la lengua…
…Son el retrato ahora reflejo de lo perdido
sin el oro del espíritu, con bolsillos vacíos
y problemas nuevos sembrados en el adiós
burocrático,
en pólizas, en cuentas, en puñados de concreto;
las bestias muere en lágrimas hipócritas-teatrales-
la furia alebresta las crestas y los valles
se muere en la soledad…
…y La bestia duró su propio final
como espectador, sin la magia de ser actor.
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