
Tengo que admitir que publicar mis poemas y las cosas que pienso en un espacio como este me llena de inspiracion para mostrales a ustedes un poco mas de mi, de mi interior de mi exterior y de mi ser espero que sea de su agrado y su la verdad no me importa, la gente que le guste que este conmigo la que no se puede ir a otro lugar.
Tarde
Dame al ritmo del crepúsculo
de la tarde poética que guardan tus ojos,
dame el secreto que esconde tus suspiros
ahuyenta los fantasmas del pasado sol.
Hermosa tarde de cielos nublados
de arcoíris entrecruzados en nuestras montañas
nuestra nieve se derrite, bésame en el alma,
el crepúsculo amenaza con la noche; ¡que venga!
Que quiero bañar tu cuerpo del manto estelar.
Regálame las horas marrón de hojas secas
de la maravillosa tarde en tus labios,
las guardaré como el sutil recuerdo entre mis páginas
y me tatuaré los arcoíris arrebolados de tu voz al hablar.
Cúbreme con tu delicado abrazo de primavera
para que el viento frio de esta tarde de otoño
no me congele los huesos impidiendo mis brazos
te puedan arrullar suaves y tibios para tu pecho.
Inexorable tarde que con su efímero viento nos acaricia los cabellos
los arrulla y los duerme sublimes arraigados a su fiel regazo
hojas que caen de los arboles olvidando el pasado
esperando el brillo verde de ver su nueva y pasional vida.
Dame al ritmo del crepúsculo
de la tarde poética que guardan tus ojos,
dame el secreto que esconde tus suspiros
ahuyenta los fantasmas del pasado sol.
Hermosa tarde de cielos nublados
de arcoíris entrecruzados en nuestras montañas
nuestra nieve se derrite, bésame en el alma,
el crepúsculo amenaza con la noche; ¡que venga!
Que quiero bañar tu cuerpo del manto estelar.
Regálame las horas marrón de hojas secas
de la maravillosa tarde en tus labios,
las guardaré como el sutil recuerdo entre mis páginas
y me tatuaré los arcoíris arrebolados de tu voz al hablar.
Cúbreme con tu delicado abrazo de primavera
para que el viento frio de esta tarde de otoño
no me congele los huesos impidiendo mis brazos
te puedan arrullar suaves y tibios para tu pecho.
Inexorable tarde que con su efímero viento nos acaricia los cabellos
los arrulla y los duerme sublimes arraigados a su fiel regazo
hojas que caen de los arboles olvidando el pasado
esperando el brillo verde de ver su nueva y pasional vida.
Por: Uriel Delgado El poeta